miércoles, 13 de febrero de 2013

Tonterías cotidianas

Ver caer a quienes de niña me mantuvieron de pie. Pilares ilusorios, que aún así sacaban una sonrisa de mi cara al saber algo nuevo de ellos, al hablar sobre por qué eran tan especiales. Tan irreales, y precisamente por irreales tan especiales. Eran míos, un regalo de un dios menor de esos que conforman mi humilde panteón. Qué bajo has caído, te idolatré y me proporcionaste una alegría tras otra, haciendo que te adorase más y más. Y ahora esto. Me has traicionado con una alegría que raya la estupidez. Me acompañaron de niña, de adolescente y durante aquello que sea que estoy viviendo ahora han vuelto, los he acogido con esperanzas y han arruinado todo lo que antes con tanto esmero habían construido, un castillo de cristal brillante, transparente y sencillo. Y pensaba que por su sencillez, siendo algo tan simple y recto no se torcería... Y eso que era difícil, con los bastamente simplón que era, tan tosco que difícilmente se podía estropear, tan inocente que el deformarlo así es más que un insulto.

 Y es una tontería. Porque ni siquiera es real. Pero a lo largo del tiempo incluso la cosa más falsa puede adquirir un gran valor, si día a día lo atesoras. Las cosas sencillas son fáciles de atesorar, porque son como las viejas costumbres, te haces a ellas con facilidad. Y yo durante un gran fragmento de mi vida he ido atesorando esta cosa pequeña, sin gran adorno, hasta que ya no lo necesitaba porque la hice mía ya simplemente con el hecho de su presencia a lo largo de tantos años. Era una tontería, pero una tontería que me hacía feliz, y ahora está amargada y estropeada. Sabía lo que tenía, no era gran cosa, pero me alegraba el día, y ahora lo he perdido. No he perdido gran cosa, pero para mí ha sido un golpe, porque es una alegría menos en el día de hoy. Que es solo una, pero entre una y otra, y tan escasas que las veo... Eso es otra cosa curiosa, cuando algo es escaso se valora más.

 Era eso. Una tontería. A base de tonterías nos conformamos las personas, que para el resto lo son y para nosotros no. Adiós a una tontería más que me hacía sonreír. Y hasta nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario