viernes, 1 de abril de 2011

Pressure

"Lo siento, maldita sea, ¡lo siento...!"

Me asfixio.

"¿Que lo sientes? Jaja, joder, vaya que lo sientes."

Y sin saber por qué, careciendo de una auténtica razón, me río también.

Las lágrimas mojan mis risas delirantes.

Tiene gracia.

"Tú te lo has buscado, no me mires así..."

Miro a mi alrededor y cansada de reír, cansada de todo, culmino mi arranque con una última carcajada desquiciada.

Rojo, azul, verde... Lazos, finos lazos del grosor de un hilo fino. Lazos amarillos, violetas rosados... Puñeteramente hermosos lazos. También los rayos al caer dibujan figuras preciosas, cerniéndose sobre aquella cosa desgraciada que esté en su camino.

Atados a figuras inmóviles en un círculo asfixiante a mi alrededor. Sus bocas fruncidas en sardónicas sonrisas. Alegremente, comienzan una danza enajenada alrededor de la hoquera cuyo centro soy yo.

Mis lágrimas (¿Pero aún sigo llorando? Qué patético) caen violentamente sobre las llamas y las prenden como gasolina. Extiendo las manos hacia las difusas figuras, en un intento vano de tocarlas, ya que cada vez que las rozo se alejan ampliando el círculo mientras gritan al sentir las llamas alcanzan sus inflamables ropas.

"¡No os vayáis! ¡No me dejéis aquí!"

En su huída los brillantes hilos se tensan y comprendo en un latigazo de entendimiento que les cortan y dañan. Cesan de alejarse y retornan a la demente danza, un giro, otro más.

Con cada vuelta los hilos se enredan y forman una soga que rodea mi cuello. Aliviada, siento apretarse el agarre.

"Lo siento..."

Vuelvo a reír y el acto consume mi último aliento al deslizarse con rudeza sobre mi piel el tacto áspero de la cuerda.

"¡Ja! No te hagas la martir, ya sabes, lo sabes. En realidad... Aún quieres vivir..."

"Lo siento, lo siento, siento..."

Crack.

Está bien así.

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